Ahora que han pasado unos días, puedo sentarme y reflexiones “en voz alta” aquello que me ha estado rondando contínuamente durante las fiestas.
Año tras año, y -afortunadamente- cada vez más a menudo, salta el debate. Hablo del tópico “juguetes para niño y juguetes para niña”. Sí, cada vez está más normalizado que un niño tenga interés por algo tan estrámbotico (ironía modo ON) como el juego simbólico de una cocinita o de pasear un cochecito, o que una niña se pida para reyes un juego de construcciones o una colección de coches.
De todos modos, más a menudo de lo que esperamos nos encontramos en la tienda con ma-padres, familiares y amigos que, sorprendenremente, prefieren o regalar un tambor ” porque es una niña”, prescindir de un juego donde el color rosa es el que predomina “porque es un niño”; muchas veces este razonamiento va seguido por la excusa de “a mí no me importa, ¿eh? Pero claro…”.
¿Pero claro qué? ¿Quizá lo que está claro es nosotrxs no creemos en estereotipos pero la presión social, por mucho que se llene la boca de no discernir por género en los juguetes, aún lo ve algo extraño? ¿Y qué dirán los ma-padres de lxs demás? ¿Y si le dices cosas los amigos de la escuela? No quiero que sea el “rarito” de clase, no quiero que se rían, no quiero que lo marginen… todas estas alarmas suenan cuando nos queremos saltar la norma establecida durante tantos años. Y, al fin y al cabo, ¿qué mensaje les estamos transmitiendo a nuestrxs hijxs? Que importa más el que dirán que los que sentimos o nos gusta. Da igual lo que queremos, en lugar de enfrentarnos a una sociedad que aún no es lo suficiente madura y buscar recursos para hacerlo, agachamos la cabeza. Quizá es que os remueve demasiado lo que hemos vivido de pequeñxs, y esos mismos recursos nos faltan a nosotrxs y por eso nos da miedo no saber ofrecersélos a nuestrxs hijxs. Apartamos la mirada y “ojos que no ven, corazón que no siente”. Si evito la situación, no tendré que poner remedio. Pero a veces es peor la cura que la enfermedad. Perpetuamos roles y mecanismos.
No hablo solamente de juguetes. Hablo de colores, de estampados, de faldas o mallas, de mensajes absurdos en camisetas, de brilli-brilli (por cierto, la pupurina es un microplástico. Si os preocupa el medio ambiente procurad prescindir de ella, independientemente del género de vuestras criaturas) y pinta-uñas para ellas como si a ellos no les gustara y de aventuras y experimentos como si ellas no fueran capaces. Cada vez que nuestrx hijx muestra interés por algo que se va de los estereotipos marcados, por mucho que la teoría la tengamos aprendida, a la práctica se nos presentan dilemas, y quizá tiramos hacia lo “unisex” para no ser tan “radicales”. Disculpad, pero todos los colores son unisex. Me parece muy bien que no se le regalo algo rosa a una niña por defecto, pero nombrar todo lo que no sea rosa o azul “unisex” me parece potenciar el significado que se les da a estos colores.
Naturalizar este tema con nuestrxs hijxs será un granito de arena que sumará a futuros adultos conscientes, menos frustrados, más empáticos y más felices.
Entonces, ¿qué tal si observamos qué les gusta realmente a nuestrxs hijxs, sobrinxs, nietxs, criaturas de amigxs, etc… y, cuando la crisis y la duda invadan nuestra mente, superar los propios muros que nos imponemos? Una vez más, la crianza consciente suma en nuestro empoderamiento, en mirarnos adentro y poner la mirada en aquello que nos remueve y perturba. Una nueva oportunidad para crecer como ma-padres y personas.
Y recordad: si no se usan los genitales, es un juguete para niño y niña. Si se usan los genitales, no es un juguete para menores.
¿Os han regalado cosas “de niño o niña”? ¿Hay debate sobre eso en la família? ¿Os guíais por los intereses y gustos reales de lxs niñxs?