Un niño pequeño vive una tormenta de entusiasmo cada dos o tres minutos. Un adulto, en cambio, siente la misma cantidad de entusiasmo dos o tres veces al año. Este fenómeno no se limita a los adultos. Muchos jóvenes, e incluso muchos niños, se ven afectados por esa carencia de entusiasmo. ¿De dónde viene ese soterramiento de una predisposición tan universal y primordial? ¿Qué es lo que está matando el entusiasmo? En este libro André habla «de no ahogar ese entusiasmo que nos hace capaces de cualquier cosa, que nos libera de nuestros límites, que nos permite conectarnos con la genialidad que habita en nuestro interior». Queremos niños que en el futuro sean adultos entusiastas y felices. Y lo queremos tanto que olvidamos mostrarles hoy, con nuestro ejemplo cotidiano, lo que es ser un adulto entusiasta. Y, como nos cuenta André, los niños se convierten en lo que nosotros vemos en ellos y, además, en lo que ven en nosotros...   Libro en castellano